Sentíase el hombre más avergonzado  de la tierra, entro cabizbajo pensando en que diablos estaba haciendo ahí. Pero se decidió a entrar. La curiosidad podía mas, no basto que estuviera ni cinco minutos, hasta que un tipo le pasó la voz.

Era un bar bastante pequeño y estrecho, de sillas chirrionas y mesas pegajosas, pero era el único bar gay que conocía, no le hicieron problema al entrar a pesar de sus diecisiete años y en la “pantalla gigante” un travesti cantaba Don’t go breaking my heart”.

Dammy conversa con el tipo que le hablo, una conversación bastante sexual, de esas que te meten para llevarte a la cama. Dammy le siguió el juego, sabiendo que terminaría la noche en algún hotelito de 20 lucas, triste pero mas o menos limpio.

Le siguió la chachara esperando que le haga la propuesta, pero nada, el tipo quería conversar, tomaron algunas cervezas y ya Dammy veía su reloj, pensando que  ya es tarde que no puede demorar en llegar a su casa.

El tipo con el que conversaba era de unos 30 años bastante pasable en comparación a los demás hombres que pululaban ese pequeño antro. Se hacia mucho más tarde, si que Dammy se despide, pero el tipo le dice que no se vaya, que se quede un rato más.

Dammy se excusa de quedarse más tiempo, tiene que llegar a casa mínimo a la media noche pero ya van a ser las once. Entonces el tipo le dice para ir a un telo.

Dammy lo piensa un momento, hace sus cálculos para ver en cuanto tiempo lo harán… y acepta.

Luego de media hora exacta, terminaron, y Dammy se viste rápido para llegar antes de las doce a su casa cual cenicienta de ambiente.